Cuando inicié esta serie de artículos lo hice con el propósito de poder dar a conocer lo ya conocido aunque tal vez por ser cotidiano no tenemos en cuenta su valor, como es el nombre de algunas de nuestras calles, establecimientos y personajes no necesariamente históricos pero que han sido alguien de grato recuerdo para los totaneros.
Entre los establecimientos decidí incluir solamente aquellos que tuvieran alguna historia o en el que se desarrollaron algunos acontecimientos gratos para todos. Naturalmente suelen ser los más antiguos los que más historia tienen, sin embargo no puedo sustraerme ni quiero a recordar aquellos que aun no siendo muy antiguos les tengo un afecto especial.
Desde hace más de treinta años que vine a Totana me gustó La Glorieta, aquella del Bar Los Rosales con el genial Gabino y su esposa Laura. Gabino no pudo seguir con el negocio por imposibilidad y sus hijos no querían continuarlo, razón por la que lo tienen alquilado. A raíz del accidente de Gabino me llevó un amigo a La Fredo y desde entonces es probablemente el local que más afecto personal le tengo, si bien ha tenido desde entonces algunos cambios en la regencia de la cervecería.
El 31 de octubre de 2003 se hizo cargo de La Freddo Juani Garre Aznar, imprimiendo en el local sutiles e imperceptibles cambios que lo hicieron uno de los bares más gratos de Totana, con una clientela fija que se ha ido haciendo amiga entre ella y con el local.
¿Qué tiene de particular La Freddo? Aparentemente nada, solamente una forma de trato especial, unas tapas agradables, unas excelentes calidades y buenos precios, que han hecho de su terraza una de las más gratas de la localidad.
La Freddo es la menor cantidad de bar posible. No es pequeño, es minúsculo. En su interior probablemente no quepan diez personas, algo que ha dado lugar a que yo pusiera un cartel prohibiendo las carreras en su interior, lo que da idea de lo desenfadado que es el local, pues su grato ambiente nos ha hecho a todos adeptos y adictos.
Por la barra ayudando a Juani han pasado bastantes camareros, siendo para mí de grato recuerdo todos ellos, si bien quiero resaltar a Flori, Juan Blas y Juani la del Paretón, pero desde hace años vino a bendecir el local la presencia de mi amiga Isa, Isabel Hernández Cayuela, inteligente, sagaz y con un gran sentido del humor, si bien cuando la cabrean es mejor salir corriendo.
Pero Juani e Isa han creado un ambiente muy agradable y todos los que desayunamos allí nos conocemos, nos saludamos e incluso nos hacemos regalos en los santos y cumpleaños, como los bombones de José Luis a las Juanas, las plantas o flores de otros y todos pasamos unos raticos geniales.
A diario Juani, la otra, cuya voz sonora nos da los buenos días y con una gracia singular nos cuenta cosas que invariablemente nos hacen reír, Laly nos cuenta las cosas de su nieta mientras toma café con Mercedes, Pepe y Fede desayunan con Juana y Mari Fina, luego se llevan a Mateo y juegan en el parque, a la par Bartolo Molino lee un artículo de Pérez-Reverte y José Luis Desviat toma una cerveza conmigo. Ginés bebe su café con la cara entristecida que se le ha quedado tras la operación y en la mesa del final Tomás Urrea engulle una cervecica con Juan, el valenciano como lo llamo yo, los sábados el panorama es el mismo pero se acerca, Julián Garre con su fiera de perro, aparece Juan Moreno y nos contamos tres chistes.
Esta es La Freddo, el local en el que Juani no me permitió celebrar la Nochevieja pasada con veinte parejas con la excusa de la pandemia, que por espacio no era.
Juan Ruiz García